EL SALVADOR,
1944
(Curle, Adam, "Conflictividad y pacificación",
Ed. Herder.)
En 1944 se
dio en El Salvador un episodio apenas conocido, si bien se trató
de algo extraordinario (véase Lakey and Parkman, 1969). El dictador
Martínez fue obligado a dimitir y a huir al extranjero por medio
de una acción totalmente noviolenta. Martínez, en abril de aquel
año, había sofocado un intento de rebelión del ejército. Más tarde,
en ese mismo mes, los estudiantes tomaron la iniciativa y distribuyeron
una hoja que decía:
"Decreto
de huelga general incluso en hospitales, tribunales y obras públicas...
La base de la huelga será resistencia pasiva general, no cooperación
con el gobierno, vestimenta de luto, solidaridad de todas las clases,
prohibición de fiestas.
Mostrando
al tirano el abismo abierto entre él y el pueblo, aislándole por
completo, le haremos caer. Hágase boicot a los cines, a la lotería
nacional. No se paguen los impuestos. Abandónense los trabajos oficiales.
Déjense sin hacer. Ruéguese a diario por los asesinados. El arzobispo
ha sido humillado".
Los
estudiantes hicieron huelga. Se unieron a ellos los taxistas y los
funcionarios civiles. Se cerraron los almacenes, los médicos se
limitaron a atender los casos urgentes, los bancos también cerraron.
Incluso cerraron las iglesias en signo de solidaridad. Luego, el
18 de mayo, 40.000 personas se congregaron ante el Palacio Nacional.
Tres días después y aconsejado por todos sus asesores, Martínez
se fue. Su sucesor concedió amnistía a todos los presos políticos,
ordenó la libertad de la prensa y organizó unas elecciones generales.
Adam Curle