www.noviolencia.org
   Experiencias > Europa del Este > Checoslovaquía
 
 
 
página anterior página siguiente


LA PRIMAVERA ASESINA: CHECOSLOVAQUIA 1968.
(V. Roussel y C. Brunier en la Rev. "Non-Violence Politique" dossier 2; de A. Roberts y V. Horsky en "Resistance a L´est".; y de Guerra sin armas, la no-violencia en la defensa nacional. , A. Boserup y A. Mack. Ed. Fontamara. Barcelona, 1985.
Traducciones de Oveja Negra)

Desde enero de 1968 Checoslovaquia tenía un nuevo jefe, Alexander Dubcek, quien personificaba el nuevo espíritu de lo que se ha llamado el "socialismo de rostro humano" de la primavera de Praga. Dubcek creía en la posibilidad de introducir reformas democráticas para reforzar el socialismo en el interior sin perturbar, sin embargo, las relaciones con el Kremlin.

Un sistema que parecía estable estaba a punto de transformarse en las manos de los gobernantes. Sin que nadie lo pidiera, la libertad de prensa fue restablecida, los estudiantes podían reunirse y emitir reivindicaciones, la gente hablaba de autogestión, de democracia directa. Gracias a la presión de la base, los partidarios de la reforma fueron ocupando la cúpula del partido. La gente tuvo una nueva esperanza de ver cambiar radicalmente su vida y gozó de una práctica del ejercicio de las libertades que sería fundamental para afrontar una resistencia civil imaginativa. No todos los dirigentes eran partidarios de la reforma. Podemos distinguir tres tendencias: Una tendencia conservadora, prosoviética, personificada en hombres como Kolder, quienes temían que las reformas emprendidas hicieran perder al partido el control que ejercía. Otra tendencia era la de quienes habían dirigido al país por la vía de las reformas profundas: Dubcek, el Primer Ministro Czernik, el Presidente de la Asamblea Nacional Smrkovsky y Kriegel, el más viejo del Presidium. En el tercer grupo, en la posición intermedia entre las dos tendencias estaban hombres como el General Svoboda y el ambicioso Viceprimer Ministro Husak.

La invasión de Checoslovaquia por las tropas del Pacto de Varsovia la noche del 20 de agosto de 1968 cogió por sorpresa tanto al pueblo como a sus dirigentes. Fuertes razones ideológicas, económicas y geoestratégicas decidieron al Kremlin a lanzar esta operación, dirigida en nombre de la "asistencia fraternal", con el fin de instalar rápidamente un nuevo gobierno prosoviético, antes de que esta corriente perdiera su peso en el próximo Congreso del Partido Comunista Checoslovaco.

En el momento de la invasión estaba reunido el Presidium del Partido Comunista Checoslovaco. Tuvo justo el tiempo para publicar una declaración condenando la invasión, antes de que los principales dirigentes, Dubcek, Czernik, Smrkovsky, Kriege, fueran detenidos y llevados a Moscú. Dubcek también tuvo tiempo de dar autorización para que se reuniera inmediatamente el 14º Congreso del partido, previsto para diciembre. Las órdenes tanto al ejército como a la policía fueron de permanecer en sus cuarteles; no había posibilidad real de una defensa militar. La resistencia civil surgió espontáneamente, casi por azar. No habían oído hablar de noviolencia ni había ninguna preparación para una resistencia no armada, había que inventar sobre la marcha.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y ACCIONES DE DESMORALIZACIÓN.

Las acciones de resistencia fueron numerosas y sólo evocaremos a modo de ejemplo algunas de ellas. El heroísmo cotidiano de todo un pueblo, siguiendo las consignas de sus dirigentes y de los resistentes que controlaban medios de comunicación representó un grave obstáculo para la toma del control del país.

La TV y sobre todo la radio fueron los catalizadores de la resistencia, haciendo posible una oposición unánime. En las horas de la invasión de la TV nacional retransmitió los acontecimientos hasta el último momento, haciendo llamadas a la calma y a la no-colaboración. Transmitía declaraciones de dirigentes de la primavera y las reacciones de distintos movimientos y organizaciones representativas. Daba consignas breves y claras a la población para que manifestaran su hostilidad a la invasión. A pesar de la ocupación la TV siguió transmitiendo a todo el territorio nacional desde las 7 hasta las 12, sin que los soldados soviéticos encontraran el lugar de la emisión. La astucia, las falsas indicaciones dadas por los vecinos, permitieron ganar unas horas preciosas para que pudieran ponerse en marcha emisoras de radio. Así, cuando la TV dejó de funcionar había una docena de radios en condiciones de emitir y no dejarían de hacerlo hasta que volviera de Moscú el grupo de dirigentes. El ejército checoslovaco y los radioaficionados aportaron material y coches-radio que permitieron a "Radio Checoslovaquia Libre" oírse en todo el territorio. Cada emisor difundía no más de 9 minutos y era relevado por otro, de este modo era imposible encontrar el lugar de la emisión.

Los soviéticos utilizaron la TV y la radio nacional pero el pueblo no se dejaba engañar y conocía espontáneamente la voz del ocupante; ninguno de los colaboradores con los soviéticos se atrevió a salir en TV.

La radio libre llamaba a acciones de protesta, informaba de la situación, aconsejaba no caer en la provocación, denunciaba a los colaboradores dando su dirección y la matrícula de sus coches, en fin, impedía el aislamiento del pueblo.

Las tropas soviéticas, viendo la importancia de la radio en la resistencia se pusieron a quitar todos los transistores que veían. Los ciudadanos encontraron pronto el modo de ridiculizar esta medida. En el mediodía del 21 se descargó en la calle una carretilla de plaquetas de carbón. Poco después podía verse a un centenar de jóvenes pasearse con un objeto oscuro contra la oreja en posición de escuchar atentamente. Dos camiones de soldados rusos se acercaron y se pararon. Los militares saltaron de los camiones, rodearon a los grupos de jóvenes y se apoderaron de lo que creían que eran transistores. Un ruso llevó la plaqueta a su oreja y como no oía nada miró aturdido a la chica a la que se lo había quitado. Ella le dijo: "Radio rota. Pésima calidad. Fabricación rusa". En otros lugares, la radio local emitía ante las mismas narices del ocupante. En la ciudad de Usti el comandante polaco que tenía que ocupar la región se presentó en la casa de la radio pidiendo parar inmediatamente la emisión. Se le respondió que no podía entrar sin la autorización escrita del Ministerio del Interior Checoslovaco; como no la tenía se le rogó que saliera y que volviera con la autorización. No volvió.

Para neutralizar radio libre no encontraron los soviéticos otra alternativa que traer desde la Unión Soviética una potente estación de radio para interferencias. Los ferroviarios checoslovacos encargados de transportar la preciosa carga dieron muestras de una negligencia y una torpeza extraordinarias. La estación de interferencias después de muchas peripecias llegó a su destino pero estaba inutilizable, las piezas esenciales habían sido arrancadas.

La prensa también jugó un papel importante. Editaron y distribuyeron numerosos panfletos y periódicos durante la semana. Los soviéticos intentaron hacer lo mismo para explicar su intervención. Utilizaron un helicóptero para lanzar miles de panfletos sobre Praga. Celosos de la limpieza de su ciudad, los pragueses los recogían para quemarlos o para hacer paquetes con ellos y llevárselos a las fuerzas de ocupación diciendo: "Vuestro helicóptero ha perdido algo".

Algunas horas después de la ocupación las paredes y cristales estaban llenos de pintadas, carteles y slogans. El conocimiento del ruso fue una gran ayuda para los checoslovacos. Los rusos podían leer en su lengua en las paredes frases como:

  • "Vosotros tenéis los tanques, camaradas, nosotros tenemos las manos vacías, pero el derecho está de nuestra parte".
  • "No se construye el socialismo con tanques".
  • "No se mete en prisión a todo un pueblo ".
  • "Stalin aplaude, Lenin desaprueba".
  • "¡ Americanos abandonad Vietnam, soviéticos, abandonad Checoslovaquia!".
  • "Hemos sobrevivido a Hitler, sobreviviremos a Brejnev".
  • "Sólo puede ser libre un pueblo que no prive a otro pueblo de su libertad(Karl Marx)".
  • "Entre nosotros ha habido muertos. ¿Qué diréis a vuestra madre cuando volváis a casa?.
  • "Lenin, despierta, Brejnev se ha vuelto loco".
  • "¿Qué hacéis aquí? ¿No tenéis trabajo en vuestro país?

Durante los primeros días de la ocupación los ciudadanos tuvieron intensas conversaciones con los soldados. Algunos creían que estaban de maniobras en Polonia, otros que habían venido a combatir la contrarrevolución fascista o a los anarquistas. Los checoslovacos se dieron cuenta de que las tropas de ocupación estaban totalmente perdidas, no sabían el verdadero objeto de su acción. Los soldados también se dieron cuenta de que los jefes en quienes habían confiado les habían engañado.

Las acciones de desmoralización tomaron pronto un giro irrespetuoso: abuelas que se levantaban las faldas de espalda a los tanques, parejas que se abrazaban sin reparos ante los tanques. Los soldados apenas salían de sus camiones y tanques. Dormían en ellos. Su ración de comida sólo había sido prevista para dos días. Los checoslovacos les negaron el pan y el agua. En los establecimientos se podía leer: "¡no hay leche para ti, Ivan!. Una delegación rusa fue a por agua a un cuartel checoslovaco; se les respondió que lo tendrían si lo pedían con educación y de civiles. Los jóvenes daban papeles a los soldados en los que ponían: "¡Iván, vuelve a casa, Natacha necesita hacer el amor" o "Iván, vuelve rápido, Natacha sale con Igor. Firmado: mamá¡".

Desde el tercer día tienen que ser relevadas tropas desmoralizadas. Entre los soldados y oficiales hay dudas, desobediencias, deserciones, incluso suicidios.

LA NO-COOPERACIÓN.

A pesar de la detención inmediata de los principales dirigentes, los rusos no pudieron crear enseguida un nuevo gobierno. Los colaboradores que tenían que formar ese nuevo gobierno eran pocos y muy impopulares para poder actuar en un ambiente semejante. Además, una parte del gobierno legal funcionaba a pesar de la ocupación. El Parlamento se mantuvo permanentemente, los diputados dormían en el edificio de forma que siempre había los suficientes para que sus decisiones fueran legales. El Ministro del Interior, a quien se creía huido al extranjero, aparecía a menudo por la radio diciendo que su ministerio funcionaba normalmente, pese a que los rusos habían puesto a un colaborador en su lugar. El aparato permanecía intacto.

Los invasores querían impedir que se celebrara el 14º Congreso, previsto para diciembre, y en el que se asentaría la reforma en marcha. Inmediatamente después de la invasión, el 22 de octubre este Congreso tenia lugar ante las mismas narices del invasor. Los delegados llegaron después de un discreto viaje por caminos secundarios, vestidos de obreros al lugar de la reunión, una fábrica de las afueras de Praga. Los tanques estaban ante la puerta de la fábrica sin saber lo que estaba sucediendo. 1.182 delegados de los 1.543 elegidos consiguieron llegar. Salvo una abstención, confirmaron a Dubcek y a los miembros del Presidium detenidos en sus puestos. 160 delegados progresistas fueron elegidos para el Comité Central. Este se reunió inmediatamente y eligió un Presidium totalmente progresista. Se hizo un llamamiento a todos los cuadros del partido para que obedecieran solamente las órdenes de este nuevo equipo. Se dirigió un nuevo ultimátum al ocupante, exigiendo la liberación de sus líderes y la salida de las tropas en 24 horas, amenazando para el 23 con una huelga general.

Los rusos habían conseguido una ocupación total del territorio en algunas horas, pero se encontraban en un impas político. Las numerosas tentativas para establecer un gobierno colaboracionista fracasaron y el hostigamiento psicológico había minado la moral de las tropas. Por otra parte, la resistencia aumentaba de día en día. El 26 se publicó el decálogo de la no-cooperación: no sé, no conozco, no diré, no tengo, no sé hacer, no daré, no puedo, no iré, no enseñaré, no haré. La huelga general, por su amplitud, su incidencia económica y la paralización de áreas vitales para el invasor ocupan un lugar privilegiado en la estrategia noviolenta. La huelga y el boicot de los ferroviarios bloqueó el transporte con Rusia y los países aliados, evitando el transporte de tropas y material. La comunicación por carretera también fue boicoteada de forma original. Para extraviar a las columnas de tanques tuvieron la idea de pintar los indicadores todos en dirección a Moscú. Comprendiendo lo que pasaba, los soldados de una columna polaca rasparon la pintura para ver la dirección correcta y seguirla. Los checoslovacos tuvieron entonces la idea de reforzar su estratagema: desmontaron los indicadores, les dieron una pintura fácil de quitar y les pusieron en dirección contraria. Los polacos después de raspar la pintura siguieron las direcciones indicadas y después de numerosas peripecias se encontraron en la frontera de su propio país. Para bloquear el trabajo de los servicios secretos soviéticos y de los traidores, retiraron el nombre de las calles, de las oficinas, y fábricas importantes, incluso de las puertas de las casas. Todo tenía ahora el nombre de los líderes detenidos.

El humor fue otra constante en la resistencia. Sugiere la verdad sin mostrarla. Dió la clave para el desmantelamiento ideológico, retomando los temas sacados de la propaganda stalinista y encontró una fuente popular en el "bravo soldado Cheveik", novela de Jaroslav Hasek, de fina ironía, escrita después de la 1ª Guerra Mundial, que tuvo gran popularidad en el país y cuyo protagonista acaba ridiculizando a sus adversarios. En la prensa aparecían anuncios como este: "El circo del Pacto de Varsovia. Dirección, Brejneva. ¡Números sensacionales! Los payasos ulbricht y Kadar, el domador Gomulka. Atención: Está prohibido dar de comer o beber a los animales o excitarles.".

Los medios utilizados por los checoslovacos fueron múltiples y variados. No todos tuvieron la misma eficacia directa. Las acciones y gestos simbólicos consiguieron al menos mantener la frágil unidad del pueblo frente al invasor hasta los acuerdos de Moscú.

LOS ACUERDOS DE MOSCÚ.

Dubcek y sus amigos no creyeron en realidad en la fuerza de la resistencia popular. El pensamiento de Hungría doce años antes, con más de 50.000 víctimas le angustiaba, temiendo que los soviéticos se vieran obligados a imponer un gobierno militar y que esto degenerara en una guerra civil. Desmoralizado por su propio fracaso personal, presionado por los soviéticos para que firmara un documento legalizando la situación, había perdido los resortes que le habrían permitido guardar la confianza en el pueblo. Esperaba a través de las negociaciones poder salvar lo esencial de la primavera de Praga. A petición de Dubcek, fue convocado Zdenek para participar en las negociaciones. Fue a Moscú como delegado del 14º Congreso secreto y había recibido de él la instrucción de no firmar nada hasta que las tropas hubieran abandonado el territorio.

Los dirigentes checoslovacos en Moscú acabaron firmando un documento que declaraba nulo el Congreso del día 22, su baza fuerte, y con ello quedaron aislados del pueblo. En el acuerdo final firmado el 25 eran aceptadas casi todas las exigencias rusas. Las tropas rusas no se retirarían hasta que no desaparecieran las amenazas contra el socialismo y fueran borradas las reformas; se restablecía la censura y la política checa sería controlada por Moscú. Svoboda firmó porque estimaba que "un compromiso honorable no es una capitulación". Zdenek, enviado por el Congreso con otra intención, acabará firmando para no dessolidarizarse con sus amigos. Sólo Kriegel se negó a firmar. Brejnev quiso retenerle pero Dubcek se negó en redondo a salir de Moscú sin su compañero. Con estos acuerdos, la resistencia quedó paralizada. En adelante, la tarea de los dirigentes iba a ser la de desmantelar progresivamente lo que habían construido. Durante ocho meses Dubcek se dedicó a dar la vuelta a la política del país, preparando el terreno para su sustitución. El gobierno perdió toda popularidad, rompiéndose la unidad que había sido la base de la resistencia. En adelante, las manifestaciones serán duramente reprimidas. Con motivo de la victoria checoslovaca sobre la URSS Eb Hokey sobre hielo en marzo del 69 hubo manifestaciones espontáneas en la mayoría de las ciudades para festejarlo, produciéndose numerosos incidentes. Este hecho acrecentó las medidas de control y censura. Un mes más tarde Dubcek perdió el puesto de Secretario del Partido y en septiembre su puesto en el Presidium. En enero del 70 es nombrado embajador en Turquía, es llamado cuatro meses más tarde y después expulsado del partido. Husak tenía ahora el campo libre para tomar el control y seguir los dictados de Moscú.

LAS LECCIONES DE LA RESISTENCIA CHECOSLOVACA.

La resistencia que el pueblo checoslovaco sostuvo durante seis días frente a la invasión por las tropas del Pacto de Varsovia es hasta ahora el ejemplo más clásico que nos muestra las posibilidades y los límites de lo que hoy llamamos defensa popular noviolenta en caso de una agresión exterior.

A pesar de que la resistencia no ha tenido un final feliz, el hecho de que se haya producido se ha convertido tanto para sus partidarios como para sus detractores en un tema de estudio que ha llegado hasta los cuarteles generales. Planificada por los soviéticos como una operación quirúrgica rápida, silenciosa y con bajo coste político, la resistencia de los checoslovacos impidió que Moscú pudiera imponer rápidamente un gobierno colaboracionista y salvó a sus principales dirigentes de un futuro muy incierto en el que no se descarta la ejecución, como rehenes que eran en Moscú. Por su espectacularidad y eficacia , la resistencia conmocionó a Occidente, quedando de manifiesto el papel que ocupa la URSS y los sentimientos del pueblo. Los partidarios comunistas de Europa Meridional condenaron la invasión de Checoslovaquia, desmarcándose de las tesis de Moscú. En los países de la Europa del Este también se dejó notar el efecto de la resistencia Checoslovaca. Así, el alto coste político que tuvo que pagar la URSS nos hace pensar que la resistencia no fue inútil, para quienes están preocupados por la Defensa Popular Noviolenta, la resistencia checoslovaca es un punto de mira permanente. Algunos aspectos nos explican por qué no triunfó la resistencia, pues no se puede decir que fracasó.

En primer lugar, fue una resistencia espontánea, sin planificar, que comenzó como una simple manifestación de rechazo más que como una verdadera forma de defensa. Esto explica los errores y las debilidades que se produjeron. Mirado desde otro punto de vista, podemos pensar que si una resistencia espontánea fue capaz de semejantes éxitos, ¿qué no hubiera podido lograr una resistencia organizada?.

A pesar de que el partido sostuvo en los primeros días la resistencia, en realidad era una resistencia sin líderes capaces de guiarla y hacerla triunfar, ya que las principales personalidades que habían impulsado la primavera se encontraban detenidos en Moscú.

Pero, sin duda, la firma de los acuerdos de Moscú fue el golpe que hirió de muerte a una resistencia que durante seis días se había mostrado plenamente eficaz y que no tenía síntomas de desmoronarse. Los líderes de la primavera desde Moscú no supieron ver los extraordinarios acontecimientos que estaban sucediendo en su país o no confiaron en la resistencia del pueblo.

Para algunos estudiosos del tema, factores exteriores a la propia resistencia como la importancia económica, ideológica y geoestratégica que Checoslovaquia tenía para la URSS hacían imposible el éxito de cualquier tipo de defensa, ya que los Soviéticos no hubieran reparado en su coste.

En realidad, la resistencia no fracasó, fue eficaz mientras duró. Como afirma el testigo presencial Vladimir Horsky "¡la derrota no llegó mientras nos defendíamos sino porque dejamos de defendernos!". Él mismo, que no es un ferviente noviolento, reflexionado sobre la resistencia checoslovaca afirmaba: "Es imaginable que Europa occidental pueda oponerse sin ejército al peligro de una intervención soviética. Si el aspecto disuasorio de una resistencia noviolenta fracasara y hubiera una intervención, pienso que la población europea occidental sería capaz de obligar a la URSS a replegarse, incluso considerando todas las armas atómicas de que dispone. Me imagino perfectamente a las tropas de ocupación totalmente desmoralizadas. Dirigentes más duros que Brejnev quizá ordenarían destrucciones masivas o arrasarían ciudades enteras. Pero estos mismos dirigentes tendrían que actuar de otra manera si estuvieran frente a una defensa noviolenta que hace a toda su maquinaria inútil. Los blindados estarían tan perdidos como en Praga. Acero muerto con el que no se puede hacer nada. Podrían tirar, pero no tendrían adversarios, nadie que se opusiera a ellos con un fusil ¿De qué les valdría disparar a gente que discute con los soldados? El ejército se desmoralizaría totalmente o más bien se moralizaría; en cuanto a las barreras lingüísticas lo permitieran, los soldados podrían ser puestos al tanto de la situación real. Si se prosigue el razonamiento, esto podría llevar a transformaciones del esquema de pensamiento de los soldados e indirectamente a provocar el mismo resultado en la población soviética y esto podría tener consecuencias de carácter histórico y llevar a la caída del imperialismo soviético.

Lo más irreal, curiosamente, es desencadenar un proceso de transformación ideológica en Europa Occidental que desembocara en un rechazo de la resistencia militar y en la transformación de las estructuras".

NOTA: Este artículo ha sido elaborado basándose en los artículos de V. Roussel y C. Brunier en la Rev. "Non-Violence Politique" dossier 2; de A. Roberts y V. Horsky en "Resistance a L´est".; y de Guerra sin armas, la no-violencia en la defensa nacional. , A. Boserup y A. Mack. Ed. Fontamara. Barcelona, 1985.